Vistas de página en total

15 de marzo de 2020

COVID-19

Me gustaría empezar esta entrada admitiendo que no tengo miedo, que permanezco tranquila ante esta epidemia global, pero no es el caso.

Vengo de nuevo a desahogarme en estas líneas, como he hecho otras tantas veces en mi vida, y es que este blog se ha convertido en mi terapeuta, mi mayor confidente y mi gran apoyo para desahogarme y escribir todo lo que mi boca no se atreve a decir.

Estamos pasando por algo insólito, algo que ni si quiera nuestros padres han sufrido, y parece que a todos nos invaden las dudas y el temor de no saber cuanto durará o cuando podremos volver a hacer vida normal.

Si me preguntasen que es lo más duro de una cuarentena confinado en casa, sin duda respondería que el factor psicológico, y eso que vamos por el segundo día de cuarentena, no quiero ni imaginar como terminaré en una quincena.

Los medios permanecen informando impertérritos, objetivos y calmados, pero en mi cabeza suena una alarma desde hace más de una semana, no hay manera de poder desconectar del tema, se ha convertido en el principal (y único) tema de conversación, tanto entre los amigos y conocidos (a través de medios electrónicos por eso de la cuarentena), tanto en los medios como en las redes sociales.

Y creo que dentro del factor psicológico que he mencionado anteriormente, no es posible encontrar un equilibro puesto que tenemos mucha información pero al mismo tiempo, no sabemos nada, y en estos momentos me identifico con Sócrates cuando decía que "Sólo sé que no se nada".

Tengo miedo por mi familia, puesto que mis padres son personas de riesgo, tengo miedo por mis cuñadas, ambas en cinta, tengo miedo por mi pareja, que tiene que seguir yendo a trabajar aún estando establecido el estado de alarma y yo, no puedo hacer nada, me encuentro atada de pies y manos y sin poder ayudar.

Necesito ocupar las horas del día que permanezco despierta en cualquier cosa que me mantenga alejada de los telediarios o las redes sociales (por eso del bombardeo de información). He comenzado a leer Guerra y Paz de Lev Tolstói, mantengo videollamadas con mis amigos casi todos los días, juego con mi pareja y la familia a juegos de mesa, pero aun así, en esos 10 minutos que no estoy ocupada mi mente sigue pensando en un futuro próximo.

¿Quién será el siguiente?, ¿Tendrán que elegir entre salvarles a ellos o a otra persona? ¿Y si fuera yo, cómo me afectaría? ¿Cuánto tiempo seguirá esto así? ¿Cuándo encontrarán una vacuna? ¿Qué represalias económicas traerá esta epidemia? ¿Cuándo volveré al centro de prácticas? ¿Cómo haré mi trabajo de fin de grado si no puedo aplicarlo con mi paciente?

Todas estas preguntas sin respuesta, sólo el tiempo decidirá y debo mantenerme fuerte, puesto que está más que demostrado que soy de mente débil, y tampoco quiero preocupar a nadie pero sinceramente, mi mayor miedo es cómo terminaré psicológicamente cuando todo esto acabe y sé que me repito, pero es que realmente, es mi mayor temor ahora mismo.

Tenemos que ser fuertes, solo nos queda aguantar y luchar por frenar esta epidemia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario