Vistas de página en total

23 de enero de 2020

Inside out

A veces, sigo luchando contra mis demonios.

Siguen atormentándome, haciéndome creer que no valgo tanto, que no merezco a alguien o que simplemente los demás tenían razón en cada humillación.
Y sé que soy la única que puede luchar contra ellos y hacerlos callar, pero en días de silencio aprovechan para gritar dentro de mí.

Podría decir que ahora mismo lo tengo todo, y aun así, me invade esa tristeza, y ni si quiera sé por qué.

Supongo que dentro de mí siempre habrán dos lobos luchando, uno bueno y uno malo, y yo soy la que decide a cual de los dos alimentar es por eso que sigo buscando un equilibro, de ahí que tenga tatuado un ying yang, siempre en una lucha constante.

En el fondo, sigo siendo aquella adolescente inocente, emocional e insegura que sólo busca tranquilidad, por muchos años que pasen, hay rasgos que nunca cambiarán.

Ya no soy una adolescente, ahora soy una mujer, con mis responsabilidades, con mis miedos y con mis barreras, barreras que intento tumbar con cada una de mis fortalezas.

Mi vida se resume en metas desde que me dijeron que no podría hacer algo, pequeñas metas que voy consiguiendo y por las que sigo luchando día tras día.

Soy feliz, no puedo quejarme, aún con mis piedras en el camino, con mis días de flaqueza y con mis días malos, pero siempre amaré los días nublados o los días de lluvia, seguiré mirando las gotas de lluvia resbalar por la ventana, los relámpagos iluminando en la oscuridad y las calles repletas de charcos.

He tardado años, pero he podido deshacerme de todos aquellos lastres que seguían atándome a una parte de mi que no quería ser.

Como dice Brock:


En cuanto a la amistad, la mitad ya la he perdido
Porque la sinceridad deja al traidor malherido.
Yo era de los que daban un brazo por un amigo
Y ahora que faltan los dos no me abrazo ni conmigo.