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27 de enero de 2018

Chronos


Y allí estaba ella, echa un manojo de nervios, esperándole.

Fumaba apresuradamente esperando a que su acompañante llegara, disfrutando de la suave brisa de Marzo. A lo lejos se escuchaban petardos que algunos niños disfrutaban lanzando, el aire olía a pólvora, y era un olor que le traía recuerdos de una infancia feliz, sin preocupaciones.

El tráfico era denso pues en esas fechas la mitad de las calles estaban cortadas por las fallas, aunque eso nunca fue un problema para ella ya que solía moverse por las calles de su ciudad en el metro.

De nuevo la brisa movía su cabello hacia la cara, pero esta vez el olor no era solo a pólvora...

En ese mismo instante los brazos de él le rodearon la cintura por detrás y sus labios rozaron el cuello de ella. La impregno el olor de su colonia y en ese momento, sintió que el tiempo se paraba a su alrededor y solo estaban ellos dos.

Y aun pasado el tiempo todavía no se acostumbraba al tacto de los labios de él rozando su piel, o a sus manos rozando su piel desnuda.

Cada vez que hacían el amor, era como un festival de caricias, ella le acariciaba el cuello, el pelo, las mejillas, y él atraía el cuerpo de ella hacia él, mientras le miraba a los ojos y sonreía.

Juro que no conozco a nadie que se haya amado como ellos dos lo hacían. Ella siempre tenia preparado un baño caliente para cuando él viniera del trabajo, y él en cambio le hacía un masaje cada noche cuando terminaban de cenar. No he visto equipo mejor compenetrado que ellos dos.

Ella era todo alboroto, y él en cambio la calma personificada. Aunque en gustos eran tan parecidos que solo con mirarse ya sabían lo que querían.

A veces, las historias más bonitas empiezan de la manera más extraña, y la de estos dos amantes comienza ese día de Marzo en que el la cogió de la cintura desde atrás por primera vez.