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29 de abril de 2013

LoveHate

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Recuerdo como el humo denso de aquellos cigarrillos me hacían dejar de pensar en si quizás había hecho  bien o no alejándome de él.Recuerdo también las voces de aquellos hombres, mirándome con ojos deseosos, mirando a la única mujer que estaba allí sola, el resto de señoritas estaban bien acompañadas, o quizás no, voces ronzas, tos seca, señores que no les quedaba mucho tiempo en sus manos, mujeres con menos ropa de la que deberían, y yo como no, en la barra, con otros hombres casi tan ebrios como yo. Alcohol que viene y va, la música que suena dejando esa dulce melodía convertida en la música que envuelve un lupanar cualquiera.

Sabía que ahí él no me encontraría, no se le ocurriría ir a buscarme a un triste burdel, pero ahora ya era tarde; tarde para volver a casa, tarde para vivir otro día más como si nada hubiera pasado, tarde incluso para amar y perdonar.

Cuando volvía a cerrar los ojos más de diez segundos aparecía en mi cabeza la última imagen suya que tuve antes de marchar.
Él, la persona por la que había dejado todo, a la que me había entregador en cuerpo y alma, con otra mujer.

Recuerdo el brillo de su pelo y el temor en sus ojos, mirándome, no tendría más de 17 años, por eso me negué a hacer nada, cojí como pude algo de comer y de vestir y me marché con lágrimas cubriendo y emborronando mis ojos.

Quizás la culpa fue mía por no tener todo el tiempo que él necesitaba para darle. Quizás debía haber sido solo la simple ama de casa para darle todo lo que deseara. Pero era demasiado tarde, recuerdo  cuando prometimos que solo nos amaríamos a nosotros, que no existiría nadie mejor que el otro, pero el tiempo pasa factura, aparecen las arrugas y no tienes la misma energía que cuando eres joven, lo teníamos todo y eso nos cansó.

¿Y si fue un error? Él realmente me ama, pero no sabría si sería capaz de olvidar lo que había visto. Cada beso, cada caricia, cada cena, cada noche... Meditaba metida en el coche, helada, la lluvia caía sobre la luna del coche, pensaba en que sería de mi ahora, y creo sinceramente que de todos mis pensamientos predominaba el odio, no merece la pena poner remedio a nada. Pensé en presentarme allí y pedirle explicaciones, pero era demasiado tonta y vulnerable, le perdonaría y volvería a jugármela.

Me ahogué en un vaso de agua, me sentí débil , quería acurrucarme y llorar, pero había pasado demasiados años acurrucándome en su pecho y ahora me sentía sola sin él. Pensé en el suicidio, lo juro, pero me pudo el dolor, entré de nuevo al triste club de señoritas, pedí una habitación y subí con el primer que posó sus ojos en mi cual desafortunada meretriz. Lloré, lloré mientras estaba siendo poseída por aquel borracho, terminé de encamarme, me fui y aparecí allí, él estaba en el sofá llorando, me oculté para verle y me dediqué a mirarle en la sombra. Pasaba sus manos nerviosas por la cabeza angustiado y sujetaba una foto nuestra de hace años atrás, solo escuché como decía entre llantos los cuales terminaban mojando la foto con lagrimas, que volviera, que sin mí todo era oscuridad, dí un paso hacia adelante, le miré, me miró y nos quedamos inmóviles uno frente al otro, nos abrazamos y lloramos. Supongo que ambos erramos, pero a día de hoy todo ha cambiado, no somos los mismos, no somos los de siempre, se nos rompió el amor de tanto usarlo.