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15 de octubre de 2014

Querido amigo Kevin:

Querido amigo Kevin, te escribo estas lineas para confesarte algo.
Te he envidiado. Mucho, envidio esa facilidad que tienes para no sentir afecto por nada y mucho menos por nadie. Desde el día en que nos conocimos siempre amé tu forma de ser. Por mucho que intentaras que yo me alejase de ti, más quería hacerlo. Me encariñé de tu pelo, de tus ojos y de tu sonrisa. Sí, conseguiste crear en mi sin quererlo un vinculo afectivo fuerte, extraño como ninguno y bonito.
Porque confié plenamente en ti, desde el primer momento, no te temí, a pesar de que me recomendaras que lo hiciera. Es más, disfrutaba tumbandome a tu lado en la cama y escuchando tus historias.
Tus locuras, tu forma de ver la vida discrepando e indignandote por todo causaban en mi gracia y simplemente era feliz escuchándote hablar.
Reconozco que muchas veces me perdía en tus conversaciones mirando como bebías la cerveza o únicamente fijándome en tus labios.
Y aunque pienso que tú, tan cerrado a los sentimientos y al amor, sí sentiste algo por mi, no sé como llamarlo. Sé que contabas mis bostezos, las veces que me mordí el labio, las que sonreí y como bien dijiste "solo te faltó contar cuantas veces tomé aire y parpadee". Llevo mucho tiempo sin saber de ti, querido Kevin. ¿Cómo no extrañarte si me mandabas audios contándome tus reflexiones a las tantas de la mañana?.

Y sin embargo, aunque te envidié, también llegue a sentir lástima por ti. Alma perdida que se oculta bajo una espiral de cerveza y tequila. Cuantas veces llegué a desear que dejases todo eso, te plantases frente a mi y orgulloso me dijeras que habías retomado las ganas de creer en el sentido de la vida y quizás también esperé una declaración por tu parte.

Supongo que fue mejor así, sin sentimientos por tu parte, sin hacernos daño y sin amor. Aunque a veces el amor causa también alegrías y te calienta en esas frías noches de invierno en las que tu y yo paseábamos por mitad de la calle viendo los adornos navideños.

Siempre esperaré que seas feliz, que vivas tu vida como a ti te guste y que la suerte esté contigo siempre.

Fuiste un loco que me dio la cordura en este mundo de locura.

A mi querido amigo Kevin, espero que si acabas cruzando el charco nunca te olvides de esta pequeña alma de cántaro pelirroja que aquí te espera con los brazos abiertos y una jarra de cerveza.